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Ayer mientras leía recostada en mi cama -y esperando a que me llegara ese sueño que me tumba- me di cuenta que era Octavia de Cádiz.
Era la mujer que cuando realmente se interesa sentimentalmente o se enamora (y lo recalco en cursiva para evitar malos entendidos) hace hasta lo imposible para curar al otro de su tristeza, depresión o simplemente por sacarle una sonrisa a un día de trabajo extremo. Soy la Octavia de Cádiz que llora porque la otra persona no se da cuenta de que tiene a alguien al lado que lo adora.
Me di cuenta que, también, que han sido pocas las veces en que me he sentido esa Octavia de Cádiz.
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